
A
los veinte años ya sobresalía como orador y le comparaban con Demóstenes. Juan
acudió al obispo de Antioquía y pidió el bautismo. Después deseó imitar a los
anacoretas y pensó retirarse al desierto de Sira.
Un
día su gran amigo Basilio le visitó y le comunicó que querían hacerles obispos.
Ellos se oponían. Llegado el día de la consagración sólo encontraron a Basilio.
Juan había huido al desierto.
Allí
escribió “diálogo sobre el sacerdocio”.
Distribuía su tiempo entre el estudio y la oración. Pero su voz, sublime no
podía apagarse en el desierto. El patriarca Flaviano lo reclamó y volvió a la
ciudad.
Sacerdote
y ayudante de su obispo, se entrega al ministerio de la palabra, y se convierte
en Juan Crisóstomo, el del” pico de oro”. Predica a todas horas, ataca los
vicios, exhorta, aconseja, deslumbra con su palabra.
Predicaba
a toda horas. Pero no se contentaba con el entusiasmo pasajero de los oyentes.
Quería ver el fruto, las obras. No admitía una respuesta sólo de palabras. No
basta, dice, adornar el templo. ¿Qué te dirá Dios si no te has preocupado de
atender a tu hermano?
El
año 397 es nombrado patriarca de Constantinopla. Seguirá predicando contra las
injusticias de la corte y de los poderosos.
A continuación dejamos una serie de enlaces con recursos sobre San Juan Crisóstomo:
Recursos












