En este Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, el Señor Jesús habla de generosidad extrema: una viuda pobre que echa todo lo que tiene en el cepillo del templo.
Son pocos los que dan todo lo que tienen. Y aunque, sin embargo, la dura crisis que vivimos ha creado mayor generosidad entre la gente, muy pocos llegan a ese nivel de entregar todo. Las enormes dificultades que sufren los hermanos que tenemos más cerca, han creado una mayor conciencia solidaria entre nosotros.
Ojalá los cristianos hayamos comprendido –y de una vez por todas— que nuestro egoísmo es una verdadera traición a Jesús y a su Palabra. Aprendamos, no obstante, de la viuda del templo -y de la madre de Sarepta- que el deseo de ayudar a los demás debe derribar todas las barreras del egoísmo.
Tomemos conciencia realmente de que Dios salva el mundo a través de los más pequeños.
La ternura de Dios se despliega por los más sencillos, los que no
cuentan. Y, sin embargo, son ellos los que nos muestran el camino para
dar la vida hasta el final, dándonos, con la moneda de nuestro amor,
como Jesús nos enseñó.
A continuación dejamos una serie de enlaces con recursos Catequéticos sobre el Evangelio de este domingo:
También te ofrcemos una serie de subsidios para la liurgia de hoy: