Año Jubilar de la Misericordia

20 de febrero de 2012

Experiencias viviendo la Palabra



«Convertíos y creed en la Buena Noticia»
(Mc 1, 15)
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Alguna de vuestras EXPERIENCIAS viviendo la palabra de enero: "¡Habéis resucitado con Cristo! Orientad, pues, vuestra vida hacia el cielo, donde está Cristo sentado junto a Dios" y la de febrero: "Convertíos y creed en la Buena Noticia":

* “… cuando me llegó la palabra de vida… me sentía un poco mal por dentro porque emitía un juicio sobre una persona, con lo que no me quedaba bien... pensaba que Dios no lo querría... y justamente una frase del comentario a la Palabra fue la solución a mis dudas: viviendo como ella decía, todo tiene solución y no importa cuántas veces me hayan molestado o en qué o por qué... porque el amor siempre es positivo, concreto y deja como huella la paz de Dios.
Dios te pague tu puntualidad en enviar la palabra de vida, las experiencias, la vida y los sentimientos... nos hacen mucho bien...

* “… nosotros también atravesamos una situación de incertidumbre en cuanto a lo laboral se refiere. En mi trabajo llevamos casi 3 meses un tanto difíciles, de momentos tensos, de no tener información o ver que no te hablan claramente, de pasar a presentarnos una carta de despido a retirarla de repente... además entre compañeras hay muchos comentarios, todas intentan sacar información y cuchichear....que no me gusta nada. Con una compañera he tenido conversaciones un tanto tensas y difíciles, aunque luego ella me ha pedido disculpas. He tratado de alejarme muchas veces de conversaciones, aunque eso suponga no enterarme de lo que ha dicho ésta o la otra... por mantener la paz y la tranquilidad, para hacer mi trabajo bien. No sé en qué quedará todo esto. Quiero ponerlo en manos del Señor, como tanta gente a la que veo en mi trabajo y que se encuentran en situaciones angustiosas…

* “…Mil gracias por la Palabra de vida que tanto me ayuda, aunque yo sea como una de las personas que da su testimonio, que siempre la lee atentamente y nunca contesto.... qué desastre¡¡¡
Me ha encantado la frase "orientad vuestra vida al Cielo", que me viene al pelo, pues ando algo cansada y nerviosilla con 100 mil proyectos de trabajo que no acaban de salirme del todo, y luego mis tarde de rutina con los niños que, algunas veces, se me hacen muy cuesta arriba (orientad....). Esto me recuerda, que a veces viene muy bien, que las pequeñas cosas o trabajos que me parecen que no tienen nada del otro mundo y se me hacen difíciles de llevar, me sirven para orientar.... porque es lo que quiere Dios de mí ahora. No grandes cosas, pequeñas cosas del día a día en mi tarea de madre, esposa y también profesional a media jornada…

* “…ha habido dos veces en mi vida, en las que el dolor me ha impedido plantearme qué es lo que Dios quería con esa situación; luego, cuando llega el peor momento, el del desenlace, y un escalofrío recorre tu cuerpo, la tristeza se apodera de tu interior, y “mantienes el tipo” sólo porque lo exige la compostura; tampoco me he planteado qué ha querido Dios con eso... Pero después, cuando al día siguiente te propones seguir con la vida y pasas tres horas seguidas sin lágrimas en los ojos, de pronto, (a mí me ha pasado), te das cuenta que sin pensar en Él, sin fuerzas para pedirle "no me dejes", sin haberme dignado a buscar su consuelo, te das cuenta, -como digo-, que Él no me ha quitado la vista de encima, que no ha hecho falta que lo llame porque siempre ha estado a mi lado, es un testigo privilegiado de mi vida, en silencio, sufriendo con mi sufrimiento, llevándose la peor parte, y yo de espaldas, pero Él detrás de mí.
Y se entiende cómo al día siguiente no son tres sino cinco las horas sin lágrimas y, con los días, los recuerdos de tus padres se convierten en los tesoros más valiosos que debes guardar, y contar para que mi hija y mi marido y mi hermano, y quienes los querían puedan compartirlos. Y lo mejor de todo es que Él seguirá siempre ahí, con su clamoroso silencio, queriéndome infundadamente, porque yo no puedo evitar sentirlo así.
Esto me pasa a mí... ¡¡¡Qué os voy a contar y aconsejar yo!!! Pero dejadme que os diga algo,... si sintierais tanto dolor, nervios y malestar, que tu cabeza no es capaz de pensar, no hace falta que pienses en Él, porque Él está pensando en ti, está a tu lado, no te ha perdido de vista, y no le tendrás que decir "¡hola, has venido!", sino que cuando te recompongas, aunque tardes cinco segundos, cinco horas o cinco días, le dirás: "¡Hola, estás aquí!".

* “…iba yo apresurado por el pueblo con las manos llenas de bolsas de la compra y con prisas porque no llegaba a Misa. Y al pasar por la puerta de la librería, me crucé con la hija de unos vecinos nuestros de otra localidad. El padre había fallecido hacía un mes y ¡nos habíamos enterado por casualidad hacía unos días! Lógicamente me paré a saludarla y darle el pésame, ella me sonrió, pero su rostro no podía disimular la gran tristeza que sentía. Lo primero que se me vino a la cabeza ("como no espabile no llego a misa, hay que cortar pronto  porque esta me va a contar la historia y nos tiramos aquí dos horas..."), pero reflexioné al instante y en menos de un segundo me arrepentí. En medio de la calle y con 4 pesadas bolsas en las manos me estuvo relatando los acontecimientos, lo mal que lo habían pasado viendo como su padre se iba deteriorando por el maldito Alzheimer, la pérdida del negocio familiar por la crisis.... y al final estuvimos charlando unos 45 minutos y yo intentando consolarla también. Después de despedirme de ella y ofrecerles la ayuda que necesitaran, pensé: “no he llegado a misa así que tendré que ir esta tarde aunque me viene fatal, pero he actuado como Dios espera de mí, consolando a los que necesitan consuelo, escuchando al que está triste”. Y la Misa para después, ¡no pasa nada!, aunque me rompa los planes domésticos de la tarde. ¿Por qué vamos con tantas prisas por la vida, tan atareados por cosas pequeñas que hasta nos vemos tentados a pasar de largo…?

* “… aprovecho para contar una experiencia de ayer: después de estar todo el día en clase, cuando por fin salgo a las 18:15, me encuentro con mis dos compañeros: ¡reunión de jóvenes del arciprestazgo! Se me había olvidado y estaba “muerto”. "Convertíos y creed en el Evangelio": me lancé a ir amando a cada uno, tratando de ser Jesús. Entonces, como hay gente de edades, vocaciones y convicciones muy diferentes a pesar de ser todos católicos comprometidos, se mascaba la tensión. Yo tuve dos intervenciones tratando de pacificar, de suavizar, de hablar teniendo en cuenta a cada uno y diciendo que estaba dispuesto a perder mi idea.
Al final, todos se fueron visiblemente contentos, y un compañero incluso comentó en el coche cuando volvíamos: "es increíble tu capacidad para tomar mis palabras y decir lo mismo, pero con más suavidad y paz". Fue un verdadero milagro…