Año Jubilar de la Misericordia

12 de junio de 2012

Festa de la Catequesis en Tremoedo

Sé que voy contigo, sé que me acompañas, sé que tú me quieres, haga lo que haga..."

Ayer, domingo, terminamos el curso. Y en el mismo lugar lo empezamos en septiembre. Pasaron un montón de meses, llenos de vivencias, de trabajo, de relación, de oración, momentos buenos y otros no tanto... Al poner punto y final a este curso, queremos subrayar dos palabras: perdón y gracias. No se trata de pronunciarlas sólo porque seamos educados, sino porque brotan desde dentro de nuestro corazón.

Son palabras que utilizamos todos los días, forman parte de nuestras rutinas. Pero, a veces, no con el significado o con la profundidad que debiéramos. En el día de Corpus, en el que muy especialmente se nos recuerda qué es para nosotros el sacramento de la Eucaristía, y con el lema de Cáritas "Vive sencillamente, para que otros sencillamente puedan vivir", empezamos nuestra celebración dando GRACIAS y pidiendo PERDÓN.
Gracias por este curso que terminamos, por todo lo que hemos vivido y compartido, y perdón  por todos nuestros errores, nuestros egoísmos y nuestra falta de humildad.
Hemos dejado la puerta abierta a ser mejores personas, mejores catequistas y mejores catecúmenos, para hacer una comunidad que crezca en el amor; que sepamos ser pan y también repartir pan.

Unidos en una cadena de diferentes colores, que convergen en Jesús, simbolizamos la unión que queremos lograr entre todos nosotros, que somos diferentes: por razas, por clases sociales, por personalidades, por niveles educativos; pero hermanos que quieren no excluir ni ser excluidos. Hermanos que tienen claro que en su vida no debe faltar una cesta llena de frutos; frutos que Jesús nos ha regalado. El fruto del agradecimiento hacia todas las personas que siempre nos están ayudando a ser mejores cada día. El fruto que nos hace crecer cada día, porque queremos seguir aprendiendo, viviendo, madurando todos los días en estatura, en inteligencia y en responsabilidad. Y el fruto del amor; porque Jesús nos dio amor, y nosotros queremos dar amor.

Un curso de catequesis, se parece bien a una carrera de fondo un poco especial, donde poco importan los títulos que se consigan o el mero hecho de ganar, sino llegar a tiempo, después de recorrer día a día cada una de las etapas; de colaborar con un equipo; de ser como una familia unida.
Sin olvidar el trabajo y el entrenamiento individual.

Después de esta sencilla celebración, como los grandes días de fiesta: comida y a pasarlo bien :))

Fátima Noya