Año Jubilar de la Misericordia

13 de febrero de 2013

D. Julián escribe a los diocesanos

Santiago de Compostela,
25 de enero de 2013

Queridos diocesanos:

El pasado 12 de octubre tuve el gozo de convocar el sínodo diocesano. Ha pasado más de un siglo desde que nuestra diócesis compostelana celebró un sínodo de estas características, bajo el episcopado del cardenal Martín de Herrera. Mucho ha cambiado el panorama religioso y social desde aquellos tiempos, y, si bien la pastoral diocesana ha intentado adecuarse a la nueva situación, tanto en la aplicación de los principios y normas legislativas de la Iglesia universal como en la búsqueda de respuestas a las sensibilidades de nuestra sociedad, ha parecido oportuno emprender una tarea de mayor envergadura para vivir y transmitir nuestra fe desde el evangelio de Jesucristo, en un periodo en el que podría parecer que nuestra voz y nuestro testimonio han perdido relevancia para un mundo que se nos antoja indiferente y en ocasiones hostil a la presencia de la Iglesia.

 El lema elegido para el sínodo, “Renovarnos en comunión desde Cristo”, subraya la importancia que la renovación de los creyentes tiene en cualquier proceso de evangelización. Mal puede la Iglesia transmitir al mundo una Buena Noticia si ella misma, en cada uno de sus miembros y en su acción coordinada, no la experimenta como tal. Por ello, esa idea de base se desarrollará en tres grandes áreas, íntimamente relacionadas entre sí: identidad, comunión y misión. Identidad, porque hemos de revivir, y en su caso redescubrir, qué significa para nosotros mismos ser discípulos y seguidores de Cristo. Comunión, porque el seguimiento de Cristo nunca ha sido un asunto de individuos aislados, sino que nos congrega en la familia de aquellos que invocan a Dios como Padre y parten juntos el pan de la mesa familiar, que es Cristo mismo. Misión, porque el tesoro de la fe y el gozo de la comunión no pueden ser vividos con espíritu sectario, sino con una aspiración a la unidad de toda la familia humana.

 Encarezco de modo particular a los sacerdotes, religiosos, catequistas, profesores cristianos y demás agentes de pastoral que asuman con valentía y humildad la celebración del sínodo, venciendo inercias y desconfianzas. No se me oculta que en algunos la reacción inicial al tener noticia de la convocatoria del sínodo fue de un cierto escepticismo, quizá no del todo injustificado. La experiencia enseña que a veces grandes iniciativas acaban quedando en nada o casi nada. Es verdad que somos débiles y nadie nos podrá culpar por mostrar signos de cansancio, cuando incluso la labor del día a día se nos va haciendo cada vez más desbordante, pues pocas veces como hoy se cumple aquello de que “la mies es mucha y los obreros pocos” (Lc 10, 2). Pero sé muy bien que el éxito de este tiempo de gracia que se presenta ante nuestra iglesia diocesana depende en gran medida de vosotros. Entusiasmaos para saber entusiasmar, implicaos para saber implicar, esperad para saber transmitir esperanza.

Que el Señor nos conceda sus bendiciones para que podamos llevar adelante, con su gracia, la significativa a la vez que ilusionante tarea que tenemos por delante. Os saluda con afecto y bendice en el Señor.

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela