Año Jubilar de la Misericordia

21 de septiembre de 2013

Decálogo de la transmisión de la fe en la familia


1. La familia que profesa, proclama y vive la fe, la transmite, “engendrando” la fe en sus hijos. Para transmitir la fe es necesario vivirla, dejar que la fe impregne el corazón de la vida familiar.

2. Es una responsabilidad de los padres que no se puede delegar. La familia es sujeto y protagonista de la transmisión de la fe: «Los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe» (LG 11). 

3. Es fundamental que los padres se quieran y que los hijos sepan que se quieren, experimentar que los padres se quieren es la base para crear un clima de confianza y de apertura a la fe. Se educa en la fe a través de la propia convivencia. No se transmiten ideas sino vida de fe, una forma de vivir siguiendo a Jesucristo. Lo que se vive, se transmite.

4. Aprender a vivir la fe en la vida diaria, en las experiencias cotidianas, uniendo fe y vida, el trabajo, el estudio y la oración; el amor, el afecto y la gratuidad en la ayuda a los demás. «Cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada» (Benedicto XVI). 

5. Coherencia entre lo que se dice y lo que se pide a los hijos, y lo que hacemos. 

6. Transmitir con alegría la fe, con convicción y gozo. «Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, no lo esconderemos a nuestros hijos, para que ellos puedan contarlo a los que vendrán: son las gestas gloriosas del Señor, su poder y sus prodigios. Él hizo Alianza con su pueblo, dio una Ley a los hijos de Israel» (Salmo 78, 3). 

7. Orar en familia, rezar juntos. «La familia que reza unida, permanece unida» porque orando se recupera la capacidad para amar y  para perdonar. «La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a rezar a sus hijos y rezan con ellos» (Benedicto XVI). 

8. «Crear un ambiente familiar animado por el amor y por la piedad hacia Dios y hacia los hombres» (Gravissimum  educationis, 3). La familia es el lugar donde los hijos descubren su vocación, donde se configura la identidad personal. La vocación al amor encuentra en la familia que vive la fe el cauce humano para construir la verdadera identidad.

9. Cada etapa necesita un acompañamiento especial y distinto; ayudar en el proceso de crecimiento en la fe hasta lograr una fe personalizada. 

10. Los padres acompañan a los hijos en el camino de la fe y la familia se deja acompañar por la comunidad cristiana. Integrarnos en la comunidad parroquial, celebrando el domingo, el día del Señor.
Publicado en: Diócesis de Málaga