Durante toda la mañana del pasado miércoles día 6, dentro del curso de Nueva Evangelización, organizado por el Instituto Teológico Compostelano, los sacerdotes y párrocos asistentes afrontaban lo que podemos considerar nuestro reto evangelizador y pastoral más inmediato, la parroquia y, dentro de ella, la catequesis.
En esta ocasión, el encuentro corrió a cargo de Fray Natalio Saludes, un hermano franciscano, conocido por muchos debido a la tarea pastoral y evangelizadora que realiza entre las aulas del colegio y la parroquia de los Franciscanos de A Coruña. Con un lenguaje fresco y natural, a través de concretos ejemplos y con un entusiasmo y esperanzas propias de los franciscanos, quiso compartir con nosotros su “humilde experiencia” de trabajo en el ámbito de la catequesis con niños, adolescentes y jóvenes. Reconocía que no sabía si, desde un punto de vista teológico-pastoral, dicha experiencia podría considerarse propia de una nueva evangelización. No obstante, los que le pudimos escuchar constatamos, enseguida, que en la forma creativa con la que está afrontando el clásico trabajo pastoral de una parroquia se encuentra mucho de nueva evangelización.
Para Natalio, la nueva evangelización, antes que comenzar por llamar o salir a buscar a “los que están fuera” o “alejados”, empieza en la propia casa, es decir: por la parroquia. “Ésta -afirmaba a renglón seguido- no es solo el lugar donde la gente viene a pedir los sacramentos, pues estos no son sino pequeños y fuertes momentos en el crecimiento de la persona. La parroquia, hoy, tratamos de que sea un espacio familiar donde cada persona puede encontrar hermanos que le ayuden a vivir su fe, a afrontar su necesidad, a desarrollar su inquietud, a realizar sus proyectos, a promover las posibilidades de niños y jóvenes, a intervenir en la felicidad de sus vecinos, a cambiar el mundo desde la solidaridad y lo pequeño”.
En este sentido, podríamos hablar de “parroquia 100”, esto es: una parroquia donde se tiene conciencia de que se comienza con “0” años y se concluye con “100”, y en la que todos sus miembros se hacen corresponsables de los otros: los abuelos de los nietos, éstos de sus contemporáneos, los jóvenes de los niños, y los padres de los más jóvenes, etc. Dentro de esta concepción de “parroquia-familia”, el párroco deberá hacerse presente en todo momento en medio de la gente, y en todas y cada una de las actividades, estando siempre dispuesto a la acogida incondicional y a la escucha, hasta convertirse en referencia para ese niño, joven o adulto.
Para alcanzar este tipo de parroquia –insistía una vez más–, es necesario partir de lo existente, porque del mismo modo que en la parábola del sembrador (Mt 13, 1-9), también en “nuestras parroquias hay diversas parcelas, unas más fértiles, otras más pedregosas, situadas al borde del camino o llenas de zarzas”. El trabajo que, por tanto, debemos realizar no es descartar ningún terreno, sino mover la buena tierra hacia los peores terrenos para que todos los terrenos sean fértiles y buenos.
Lo anterior, traducido a términos pastorales quiere decir que, dentro de una parroquia, es importante que existan referencias personales, grupales y experienciales concretas e inmediatas para los que en ella se encuentren. De manera que, a medida que los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos van creciendo en su proceso de fe, una cara conocida pueda servirles de gancho para continuar; un grupo pueda ser el lugar donde, al concluir una etapa, puedan insertarse; o una experiencia o actividad pastoral se convierta en el nuevo objetivo a alcanzar. La referencialidad –puntualizaba Fray Natalio–, tiene que ser a la vez “horizontal” (entre iguales) y vertical (con los que no son de la misma edad). Sólo así, los más pequeños desearán llegar a ser, pertenecer, hacer y experimentar lo de los más mayores, y así todos tendrán motivos para permanecer en la parroquia.
De este modo –confesaba Natalio– fue como surgieron algunas de las experiencias de itinerarios de fe más novedosas a nivel evangelizador con niños y adolescentes en edad catequética. En primer lugar, el “5+2”, por aquello de que –como explica el hermano Natalio– fue un niño quien dio 5panes y 2 peces a Jesús para que realizase el milagro (Jn 6, 1-15). Este itinerario de fe está pensado para los niños y niñas de 6ºep y 1ºeso y comprende actividades complementarias a la catequesis como campamentos, Rosario de niños, misión a los coles, ... Por otro lado, se encuentra el itinerario del “5+1”, que arranca este año como una nueva experiencia que rotará por diversas parroquias de la ciudad de A Coruña, y que va dirigido a los más pequeños de 4º y 5º EP, aunque como explican, para este proyecto se invitará a 4º, 5º y 6º de EPO. Con esta novedosa experiencia se pretende afrontar el problema del absentismo de los niños tras la celebración de la primera comunión. La experiencia ya ha sido comentada en nuestro blog, pero para más información sobre el proyecto os invitamos a visitar el enlace: www.5mas1.org
Le deseamos a Natalio y a su comunidad que todos sus proyectos sigan sumando éxitos pastorales y evangelizadores.