Año Jubilar de la Misericordia

8 de febrero de 2014

Gracias a Dios por Don Jesús, nuestro nuevo obispo auxiliar

Nuestra gran catedral de Santiago de Compostela se quedaba minúscula esta mañana para acoger a los cientos de cristianos que nos hemos acercado para participar en la misa de ordenación de Don Jesús Fernández González (Selga de Ordás, León, 1955), nuestro nuevo obispo auxiliar de Santiago de Compostela. Se trataba de una ceremonia esperada desde que el Papa Francisco lo nombrase el pasado 10 de diciembre obispo auxiliar de D. Julián. Venidos desde distintos puntos de nuestra diócesis y de la Diócesis hermana de León ‒hasta ocho autobuses‒, así como de otros lugares de España y, a pesar de las inclemencias del tiempo, comenzábamos la misa de ordenación episcopal a las 11am, una ceremonia que se prolongaba hasta un poco después de la una de la tarde.

Nuestro obispo auxiliar recibía su nueva encomienda en una eucaristía presidida por el arzobispo compostelano, Don Julián Barrio, y a la que han asistido el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, el nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini, y otros 21 obispos, así como unos 200 sacerdotes procedentes de las diócesis de Santiago y León. Fue una celebración emotiva y gozosa hermosamente cantada por un coro de casi noventa personas integrado por miembros de coros de diversas parroquias de nuestra Diócesis.

El nuevo obispo insistió en sus palabras finales de acción de gracias, que iniciaba atreviéndose a hacerlo con éxito en gallego, que venía hasta nuestra Diócesis a reafirmar su "vocación de entrega total", la cual había "ido aprendiendo y asumiendo como presbítero", y que ahora, "la llamada a la plenitud del sacerdocio” por el episcopado, le exigía “dar un paso más en la determinación de entregarme por entero al Señor y a su Iglesia, a esta Iglesia Compostelana".

Don Jesús, en sus palabras, pedía también a sacerdotes y fieles gallegos que lo considerasen "desde ahora mismo" el "padre" y el "hermano" que, unido al arzobispo, se dispone "a compartir y a servir lo único valioso que posee: Jesucristo".

Los obispos auxiliares o coadjutores, como se fue repitiendo en diversas ocasiones a lo largo de la celebración, colaboran con el obispo titular en sus tareas pastorales y de gobierno de la Diócesis, que son: pastorear y conducir al pueblo, celebrar los misterios de la fe por los sacramentos y las demás celebraciones litúrgicas, enseñar el evangelio y la doctrina cristiana, y manifestar el amor de Dios a través de la caridad. Por lo tanto, D Jesús viene a colaborar con nuestro Arzobispo, D. Julián, en la tarea de enseñar y educar en la fe; y, de este modo, podemos considerar que viene a ayudarnos con nuestra misión específica de catequistas.

Por otro lado, D. Jesús tiene además una gran experiencia en los trabajos propios del Sínodo, pues él participó, como lo estamos haciendo nosotros ahora, en el que tuvo lugar en su Diócesis hace algunos años.

Por todos éstos motivos, así como por otros que iremos descubriendo en su persona y en su trabajo, debemos estar llenos de alegría y de esperanza, y así dar gracias a Dios por el don que nos ha regalado de ofrecernos otro sucesor de los Apóstoles para que refuerce los trabajos de nuestro Pastor, D. Julián.

Para los que no pudisteis estar esta mañana en la Catedral, compartimos con vosotros uno de los acontecimientos más emotivos de la celebración, para que lo podáis escuchar o leer. Se trata del momento final de la celebración en el que D. Jesús dirige sus primeras palabras como Obispo de la Iglesia. Lo hacía con un tono muy cercano al del Papa Francisco. Aunque en el minuto 8 y 10 segundos, como él mismo diría, “se acaban los apuntes”, y los aplausos de los asistentes irrumpieron para arroparle y llenar el silencio que se produjo, Don Jesús no quiso concluir sus palabras sin antes interceder ante las autoridades por el cuidado de los pobres y los más necesitados, a la vez que encomendarse una vez más a nuestras oraciones.