Señor Jesús:
Aquí me tienes para servirte y colocar a tus pies
la labor en que estoy empeñado.
Tú me escogiste para ser catequista,
Me siento muy pequeño e indigno,
soy a menudo inconstante, pero sé que Tú me necesitas.
Gracias por confiar en mí, pequeño servidor tuyo.
Estoy pronto a cumplir esta hermosa tarea
con sencillez y modestia, amor y fe.
Quiero ser instrumento tuyo
para despertar en muchos hermanos:
cariño por tu persona, confianza en tus promesas,
deseos de seguirte como discípulo.
Bendice día a día mis esfuerzos; pon tus palabras en mis labios,
y haz que, en comunión con mis hermanos,
pueda colaborar en extender tu Reino.
María, tu que seguiste siempre con fidelidad las huellas de tu Hijo, guíanos por ese mismo camino.