Año Jubilar de la Misericordia

8 de diciembre de 2015

Apertura del Año de la Misericordia

APERTURA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA

Hoy a las 9:30 de la mañana el Papa Francisco celebró la Eucaristía de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y con ella dio inicio el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, abriendo la Puesta Santa.

Presentamos enseguida algunas palabras  que el Papa Francisco ha dicho en la homilía.

La Virgen María es llamada en primer lugar a regocijarse por todo lo que el Señor ha hecho en ella. La gracia de Dios la ha envuelto, haciéndola digna de convertirse en madre de Cristo. Cuándo Gabriel entra en su casa, también el misterio más profundo, que va más allá de cada capacidad de la razón, se vuelve por ella motivo de alegría, motivo de fe, motivo de abandono a la palabra que le es revelada. La plenitud de la gracia es capaz de transformar el corazón, y lo hace capaz de cumplir un acto tan grande que cambia la historia de la humanidad. 
 
La fiesta de la inmaculada Concepción expresa el tamaño del amor de Dios. No sólo es Aquel perdona el pecado, sino que en María llega hasta prevenir la culpa originaria, que cada hombre lleva consigo entrando en este mundo. Es el amor de Dios que previene, que adelanta y que salva. El principio de la historia de pecado en el jardín del edén se soluciona en el proyecto de un amor que salva. Las palabras del Génesis reconducen a la experiencia cotidiana que descubrimos en nuestra existencia personal. Siempre existe la tentación de la desobediencia, que se expresa en querer planear independientemente nuestra vida de la voluntad de Dios. Y este la enemistad que atenta continuamente la vida de los hombres para contraponerlos al proyecto de Dios. Sin embargo, también la historia del pecado sólo es comprensible a la luz del amor que perdona. El pecado se comprende solamente bajo esta luz. Si todo quedara relegado al pecado seríamos los más desesperados entre las criaturas, mientras que la promesa de la victoria del amor de Cristo encierra todo en la misericordia del Padre. La palabra de Dios que hemos escuchado no deja dudas acerca de esto.
 
Este Año Extraordinario también es ello don de la gracia. Entrar por la Puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que todos acoge y a cada uno va personalmente al encuentro. ¡Es él el que nos busca! ¡El que viene al encuentro! Será un Año en para crecer en la convicción de la misericordia. Cuánto error atribuido a Dios y a su gracia cuando se afirma ante todo que los pecados son castigados por su juicio, sin anteponer en su lugar el que somos  perdonados por su misericordia, Si, es justo así. Tenemos que anteponer la misericordia al juicio, y en todo caso el juicio de Dios siempre estará en la luz de su misericordia. Atravesar la Puerta Santa, pues, nos haga sentir partícipes de este misterio de amor, de ternura. Abandonamos cada forma de miedo y temor, porque no corresponde a quien es amado; vivamos, más bien, la alegría del encuentro con la gracia que todo transforma.